viernes, 12 de agosto de 2016

La ladrona de libros


La madre, la niña y el cadáver estaban quietos y en silencio. ¿Quién sino la Muerte puede hacer una descripción tan certera? Es casi el comienzo de la ladrona de libros, así la conoció la Muerte, que se cruzó con ella hasta en tres ocasiones. Pero, Ladrona de Libros, ¿por qué? Quizá porque lo único que llamó su atención en el entierro de su hermano pequeño fue un libro que encontró en la nieve… El manual del enterrador… No sabía leer, ni imaginaba qué podían contar todas aquellas palabras… pero eran las únicas que la unían a su hermano, y a su madre, y las quiso guardar. Así es Liesel, una joven que sufre en la Alemania nazi por causas que por ser aún niña no puede comprender, pero que no tardará demasiado en descubrir.

Los personajes que acompañan a Liesel son tremendamente humanos, con sus virtudes, sus defectos, con sus miedos, muchos miedos, y con sus arranques de valentía, o como dirá Hans Hubermann, de poca lucidez. Hay momentos en los que el corazón te puede jugar muy malas pasadas, pero hay gente que no se resigna a actuar de otra forma que no sea por los dictados del corazón. Esa es la historia de Liesel, la de Hans, la de Rudy, la de Max…

También hay otro personaje importante, tanto, que en 1940 toda Alemania festeja su cumpleaños: el 20 de abril. Puede que la fecha no te diga gran cosa, pero con las demás pistas, seguro que has adivinado de quién se trata. El 20 de abril es un día de llamas y de alegría… Y de robo de libros.


Y encontrarás más libros dentro de este libro, muchos más, y no todos robados. La ladrona de libros disfruta con las palabras: cada una de ellas es un nuevo descubrimiento, encierra un universo, y a través de ellas, Liesel consigue sanar a la gente… Max necesita sus palabras para sentirse vivo, ya lo entenderás cuando descubras, junto con Liesel, El árbol de las palabras.

Imposible no recordar aquí los versos de Gabriel Celaya… La poesía es un arma cargada de futuro… Un futuro que aún no llega...

Una historia triste y tremendamente amarga, humana, a ratos dulce, a ratos, como dice la Muerte, blanca. Zusak escribe con una delicadeza poética que sobrecoge, y la Muerte es su contrapunto irónico,  porque ella no es fanfarrona, no es violenta, no es perversa… es lo que tiene que ser. Y sí, tremendamente justa, porque, aunque se esfuerce por tratar el tema con tranquilidad, todos moriremos… Lo malo, se queja ella, es que la estupidez humana a veces le da trabajo extra, y sí… Alemania en aquellas fechas era un mar de almas.

pd. Seguro que conoces la película que lleva el mismo título… Una buena adaptación, pero… ni la Muerte es la misma, ni el sabor de las palabras te llena tanto… 

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