El libro de preceptos del señor Browne

Dice un proverbio latino que Si el viento no sopla, coge los remos...
y un proverbio africano, que Por larga que sea la noche... siempre acaba saliendo el sol;
y otro asirio que Lo vergonzoso no es no saber, sino no molestarse en averiguar.

Y Victor Hugo dijo que La risa es el sol que ahuyenta el invierno del rostro humano, Dante Alighiei que El secreto para hacer las cosas es actuar, y Mahatma Gandhi Sé el cambio que quieres ver en el mundo.

Thomas Browne descubre un día que además de su padre y su abuelo, hay al menos otro Thomas Browne en la historia, un escritor de gran talento del sigo XVII. Leyendo sus obras, descubre que hay frases maravillosas, esas que en un momento te dejan loco, que dices, ufff esto tengo que recordarlo, porque está dicho sin que le falte o le sobre una sola palabra. Y, en ocasiones, recuerdas la idea.. pero no te vienen las palabras tan tan tan perfectamente dichas. Eso son preceptos, palabras que seguir en la vida.

Y son tan, tan hermosos, que el señor Browne comienza una impresionante colección de preceptos, una colección que siempre se puede ampliar... Descubre cómo, y te sorprenderás.

No sigas la corriente, atrévete con los rápidos.

Precepto de Isabelle...

¿Cuál es el tuyo?

La tentación de ser felices

Cesare Annunziata tiene setenta y siete, años, y acaba de descubrir que durante setenta y dos años y ciento once días ha tirado su vida a la basura. Precisamente por eso ha decidido que tiene que aprovechar su condición de anciano, esa etapa de la vida en la que te respetan por ser anciano, para conseguir algo mejor...  ¿Pasar de todo? ¿Por qué no? Después de todo, solo es un hombre que quiere exprimir la vida, o lo que le queda de ella.

Por pasota, más de uno lo definiría como abuelo tocapelotas, pero no le importa demasiado; es más, lo tiene asumido. Es un gruñón que habla con la soledad, esa soledad que a veces pesa más de lo que nos gustaría reconocer, y que decide que no está de más reconciliarse no con uno mismo, sino con la vida, con las ganas de vivirla siendo lo más feliz posible. Cínico, irónico, camaleónico... y terriblemente entrañable, Cesare es ese vecino que procura pasar desapercibido en la escalera de su casa, porque no le gusta que nadie meta las narices en su casa, pero no puede evitar meterse en problemas por inmiscuirse, sin querer, en los problemas de los demás.

Lo que somos desaparece con el cuerpo. Lo que fuimos, sin embargo, permanece custodiado por nuestros seres queridos. En Sveva me parece volver a ver algo de Caterina, igual que en momento dado en el rostro de mi madre vi el de mi abuelo. Quién sabe si el día de mañana no volveré también a la superficie gracias a un movimiento, una expresión, una sonrisa de mi hija. Y a saber de quién serán los ojos que se darán cuenta de ello.